En el alto valle del Adour se estableció la “dinastía Ferrère”, escultores de generación en generación, que hicieron de su pueblo de adopción, Asté, un centro de creación artística que brilló en el siglo XVIII.
A su alrededor, carpinteros, escultores, doradores y otros artistas habían instalado sus talleres y diseñaban gran parte del mobiliario de las iglesias de la región.
Sus trabajos tuvieron mucho éxito y mantuvieron los talleres en funcionamiento durante unos 150 años.
La Maison des Ferrère et du Baroque Pyrénéen se dedica al descubrimiento de este rico patrimonio, pero también es el punto de partida de las visitas guiadas a las iglesias locales que albergan estos tesoros.
A lo largo del año también se organizan conferencias, salidas y viajes.